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sábado, 27 de julio de 2013

El papa pide reconquistar a evangélicos; miles peregrinan a la playa


El papa Francisco llamó el sábado a la Iglesia brasileña a reconquistar a los fieles que se tornaron evangélicos o viven sin Dios, mientras cientos de miles de jóvenes católicos peregrinaban hacia la playa de Copacabana para una vigilia arrullada por las olas.
Hay que recuperar a quienes "buscan respuestas en los nuevos y difusos grupos religiosos" y a "aquellos que parecen vivir ya sin Dios", dijo el primer papa latinoamericano a cardenales y obispos brasileños, llamándolos a buscar la sencillez en actos y palabras y el contacto con la gente para frenar la sangría de fieles.

La Iglesia católica pierde terreno en Brasil desde hace más de tres décadas, frente a un crecimiento de las iglesias neopentecostales y las personas sin religión.

El primer papa latinoamericano hizo énfasis en que hay que buscar a Dios "en las favelas, cantegriles, villas miseria" pero minimizó asimismo a la Teología de la Liberación (TL), que nació en la región hace más de cuatro décadas, a la cual se refirió -sin mencionarla directamente- como una de las "enfermedades infantiles" del Concilio Vaticano II que ha superado Brasil.
Se esperaba que en este viaje, su primero a América Latina como pontífice, Francisco hiciera algún gesto de reconciliación hacia esta corriente nacida en la región hace más de cuatro décadas, y que por resaltar la opción preferencial de Dios por los pobres fue acusada de marxista por Juan Pablo II en plena Guerra Fría.
La playa de Copacabana, donde normalmente retozan cariocas de esculturales cuerpos en diminutos trajes de baño, se llenó de cientos de miles de peregrinos que se bañan bajo la llovizna, juegan a la pelota en la orilla y organizan guitarreadas a la espera de la vigilia donde el papa rezará una plegaria a las 19h30 (22h30 GMT).
Con un rosario de madera en mano y la bandera argentina a modo de bufanda, Diego Vera, un abogado de Santa Fe de 27 años, marchaba desde el centro hacia la playa junto a miles de peregrinos, cargando colchonetas y carpas para acampar en la arena.
"Esta peregrinación es la reunión de toda la Iglesia joven del mundo hacia la figura del papa; representa el sacrificio, pero hay que vivirla con alegría", explicó a la AFP el joven, feliz de tener "un Papa que habla de 'vos'".
"Es tan cercano, es tan extraño escuchar al papa y sentir que es como escuchar a tu párroco. Nos habla de igual a igual, sin lenguaje rebuscado y sobre todo, nos ha pedido que armemos lío, que saquemos la Iglesia a la calle, que no licuemos la fe, que cuidemos a los ancianos", afirmó.

"¡Esta es la juventud del papa!", gritaba una monja veterana que acompaña la peregrinación, agitando un paraguas cerrado hacia el cielo, cargado de nubes.

En Copacabana, frente a miles de peregrinos, un millar de personas, mujeres en soutien y disfrazadas de monjas y hombres vestidos de mujer, protestaban por los derechos de las mujeres y en defensa del aborto y el casamiento homosexual en una denominada "marcha de las putas".
"La opresión que existe desde siempre precisa un límite, estamos en 2013 y las mujeres luchan por lo mismo desde 1960", dijo Erick Araujo, con un vestido y collar de perlas.
El papa recomendó asimismo el "diálogo constructivo" ante las protestas sociales que han sacudido Brasil desde junio, en un discurso ante la clase dirigente brasileña.
"Entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo", afirmó ante la clase dirigente del país reunida en el Teatro Municipal, donde también estrechó en un caluroso abrazo a un joven de una favela, exdrogadicto y hoy profesor de historia, y se puso sobre el solileo (su casquete de seda blanco) el tocado de plumas que le obsequió un indígena pataxó.

Durante sus seis días de estadía en Brasil, Francisco ha pedido a los jóvenes conservar la fe en la Iglesia pese a los malos sacerdotes.

El papa, de 76 años, entronizado en marzo en reemplazo del renunciante Benedicto XVI, enfrenta el desafío de renovar una Iglesia en crisis tras escándalos de corrupción y pedofilia.
También debe seguir conquistando fieles pese a que la Iglesia mantiene dogmas, desafiados a veces por jóvenes, como la oposición al uso del preservativo, al divorcio, a la homosexualidad, al aborto hasta en casos de violación y sigue exigiendo la virginidad hasta el matrimonio.
A raíz de las lluvias torrenciales que inundaron el "campus fidei" de Guaratiba, a 60 km del centro de Rio -adonde debía llegar la peregrinación y celebrarse la vigilia y la misa final de la JMJ- los tres eventos fueron trasladados a la playa de Copacabana.

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