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jueves, 14 de marzo de 2013

Juan Luis Ramos, la biotecnología tiene nombre propio

 “La vida en la Tierra está basada en un flujo continuo de materia representado por ciclos como los del carbono, nitrógeno, fósforo, o del azufre. 
El hombre ha vivido en equilibrio con la naturaleza durante miles de años. 
Desde finales del siglo XVIII se han producido grandes avances en procesos industriales, en agricultura y ganadería, o medicina, que han redundado en la mejora de la calidad de vida. 
Sin embargo, junto a estos avances, se han generado también grandes cantidades de residuos que alcanzan la biosfera y que, a su vez, generan problemas en la calidad de las aguas, suelos y aíre, con los consiguientes efectos perniciosos sobre los ecosistemas. 
La Biología, en general, y en particular la Biotecnología, pueden contribuir a solventar algunos casos de contaminación y en otros, a aliviar los efectos de los contaminantes”.

Ése es, a grandes rasgos, y según sus propias palabras, el trabajo que desarrolla Juan Luis Ramos Martín desde hace 30 años. 

Doctor por la Universidad de Sevilla es, en la actualidad, profesor de investigación de la Estación Experimental del Zaidín, un veterano instituto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ubicado en Granada y que trabaja en el campo de las Ciencias Agrarias desde hace casi 60 años. 
Llegó allí en 1986 tras realizar estancias post-doctorales en Inglaterra, Suiza y Alemania. 
Fue director de este centro desde 1998 hasta 2007 y actualmente es el coordinador del Área de Ciencias Agrarias del CSIC.
Sus investigaciones se centran en el estudio del metabolismo de un grupo de microorganismos conocidos como Pseudomonas, en particular las rutas catabólicas de eliminación de contaminantes. 

Bueno..., traducimos. 

Juan Luis Ramos es un observador de las bacterias y de su pequeño pero inmenso mundo. 
Las bacterias son organismos pequeñísimos y se estima que en un milímetro cuadrado de una superficie puede haber un millón de células bacterianas y que en un gramo de suelo de una maceta puede haber 1000 millones de microorganismos. 
Así, se puede afirmar que son los microorganismos son de los seres más abundantes del planeta. 
Al mismo tiempo tienen una gran capacidad de adaptación, lo que les hace ser ubicuos y estar presentes en cualquier rincón de la tierra. 
Todas estas características hacen de los microorganismos un reto para la ciencia y la investigación. 
Desde el grupo de Degradación de Tóxicos Orgánicos, dirigido por Ramos Martín, se trabaja para descubrir qué potencialidad tiene una de estas bacterias, la de la especie Pseudomonas putida, que participa en la descontaminación de suelos, y puesto que tiene una gran capacidad de degradar compuestos e interaccionar con la raíz de las plantas, en Granada se ha desarrollado lo que se llama rizoremediación. 
“Las Pseudomonas con las que trabajamos son microorganismos muy importantes en la naturaleza porque reciclan los materiales de desechos que produce el hombre. Con la biotecnología podemos conseguir que lo hagan mas rápido y de manera mas eficiente. Trabajamos con limpiadoras eficientes del medio ambiente”, aclara el investigador.

  Hasta ahora, ha obtenido resultados muy satisfactorios. 

Se han identificado los mecanismos que utilizan las bacterias para extraer el nitrógeno (el cual utilizan para su propio alimento) de la molécula del TNT (explosivo muy contaminante tras su uso. 
Otros resultados de su investigación sobre tratamiento de contaminantes se han utilizado en pladisolventes como el tolueno, o en pesticidas como el lindano, aplicando las capacidades de las bacterias estudiadas para la eliminación de estos tóxicos del medio ambiente.
Juan Luis Ramos es de los investigadores más conocidos y reputados del país. 
Es miembro electo de la Academia Americabna de Microbiología y de la correspondiente en Europa, Miembro del Task Force sobre Biotecnologia Ambiental de la Unión Europea-Gobierno USA y editor de la Revistas Environmental Microbiology y Microbial Biotechnology Ha sido representante de la CE y de España en la OCDE, en el panel de Biotecnología Ambiental y miembro del Panel Científico de la OTAN sobre Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente. 
Y la lista de premios también es suculenta. El último, el Premio Rey Jaime I 2012 de Protección al medio ambiente. 
Nada se lo han regalado. 
Hasta 60 horas de despacho a la semana ha sido su práctica habitual durante muchos años. 
Él investiga, gestiona, coordina, asesora. 
¿El secreto para hacerlo todo y bien? 
Nos lo cuenta: 
“Yo siempre trabajo en equipo. Lo importante es saber qué hay que hacer, definir la mejor estrategia para resolver y, sobre todo, ser eficiente. Esto conlleva asumir responsabilidades y si hay un error, es mío”.
Al margen de este sinfín de méritos profesionales, visto con cercanía Juan Luis Ramos es una persona normal a la que le apasiona el fútbol, le gusta leer el periódico cada día y su plato favorito son los huevos fritos con patatas. 
Sus mejores recuerdos se remontan a cuando estudió en los Salesianos de la Trinidad de Sevilla –donde vivió parte de los mejores años de su vida, dice-, a las visitas a casa de su abuela Josefa, a su primera bicicleta o al viaje a los Países Bajos con su mujer, Estrella, y con Javier y Tere, una pareja amiga. 
Le encanta leer, y los libros siempre viajan con él –“o yo con ellos”, comenta- y hay un personaje histórico al que admira, el Cid Campeador.

 

“Me hizo soñar batallas que no quiero vivir”, argumenta. 

 

Tras 30 años dedicado a esto, se pregunta si los que vienen detrás suya en la carrera de la ciencia podrán continuar su trabajo. Ramos piensa que “si el sistema continúa como va sencillamente se va a colapsar y nos costara 25 años recuperar nivel”. 
“La ciencia es una carrera como el TOUR, de larga duración. Las etapas llanas se pasan bien, pero en la montaña si te paras no vuelves a la carrera. Sé que es un momento difícil pero no podemos parar, aunque sea a menos ritmo tenemos que seguir”, enfatiza con preocupación, a lo que añade que “el momento nos come la ilusión”.
Entretanto, él no cesa en su empeño. Continúa trabajando en la Estación Experimental del Zaidín con la misma fuerza con la que llegó en 1986 y aún habiendo logrado todo lo que un investigador pueda soñar, él sigue teniendo sueños, por supuesto que los tiene: el de protagonizar el hallazgo científico de una nueva generación de supercombustibles biológicos y descubrir la función de todos y cada uno de los genes de su bacteria favorita, Pseudomonas putida.

Casa de la Ciencia

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