La bandera separatista de Cataluña, de rayas amarillas y rojas, un triángulo azul y una estrella blanca, era una imagen poco común en las calles de Barcelona hace una década. Ahora, es casi omnipresente.
Dos mil kilómetros hacia el norte en Escocia, el aspa azul y blanca siempre ha sido popular. Pero la bandera también simboliza cada vez más algo nuevo, que, después de más de 400 años de pertenecer al Reino Unido, Escocia estaría a punto de exigir el divorcio.
Si bien la atención está en el riesgo de que la zona euro se desmorone, algunos sospechan que esta década sería mejor recordada como el momento en el que dos de los estados más permanentes de Europa comenzaron a separarse.
Los partidos a favor de la independencia de Escocia y Cataluña se están preparando para llevar a cabo un referendo el próximo año que esperan derive en la separación definitiva de sus regiones, algo que algunos analistas sospechan podría alentar a otros estados en Europa a tomar acciones similares.
Existen considerables diferencias entre ambas regiones. Escocia siempre ha sido considerado como un "país" separado dentro del Reino Unido, mientras que los reclamos de autonomía de Cataluña están enraizados en la historia de la Edad Media.
El Gobierno del primer ministro británico, David Cameron, accedió a cooperar con el referendo que realizará Escocia en el otoño boreal del 2014, aunque ha emprendido una vigorosa campaña en contra de cualquier división.
En contraste, Madrid ha declarado que luchará en contra de un referendo catalán sobre bases constitucionales. Los partidos separatistas que controlan la región están ansiosos por llevar a cabo la consulta popular en el 2014 a la par de Escocia.
Algunos sospechan que ambas campañas se reforzarán una a la otra en los próximos meses. Cada causa está organizando un rango similar de argumentos económicos, prácticos y emocionales, así como resaltando la frustración generalizada hacia aquellos en el poder en la tradicional capital nacional.
Alfred Bosch, líder de la formación Esquerra Republicana de Catalunya, o ERC, en el Parlamento español que por mucho tiempo ha ejercido presión para lograr la independencia de Cataluña, dijo que los políticos separatistas están prestando atención a lo que sucede en Escocia.
En ambos países "hay argumentos emocionales subyacentes para la independencia, luego están los económicos que son más racionales. Lo que estamos viendo es que vienen juntos", dijo.
Los sondeos varían, pero al menos una encuesta ha sugerido que más del 50 por ciento de los electores catalanes votaría a favor de un estado separado si tuvieran la oportunidad.
La cifra se compara con poco más de un 33 por ciento en Escocia, aunque algunos en el país sostienen que es posible que los números cambien entre ahora y la fecha final de la votación.
Los activistas a favor de la independencia en ambos países han sido rápidos en recalcar que se consideran parte de una tendencia generalizada.
El número de países en el mundo casi se ha triplicado desde 1945, luego de que estados en Africa y Asia se separaran del dominio colonial y de que cayera la Unión Soviética, creando una plétora de nuevas naciones a lo largo de Europa Oriental y Asia Central.
En Bruselas, partidos de Escocia y Cataluña ya están forjando cierto tipo de alianza con partidos flamencos belgas.
"La tendencia global se ha estado moviendo en esta dirección por algún tiempo", dijo a Reuters Fiona Hyslop, secretaria de gabinete de asuntos exteriores del Gobierno escocés en favor de la independencia.
"Muchos países que no eran independientes hace 20 años han ganado su autonomía y ahora son miembros de la Unión Europea", agregó.
Reuters
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