México ocupa el tercer lugar en Latinoamérica
en el tráfico, explotación sexual y trata de personas
El
barrio de La Merced es el lugar donde existe una mayor explotación sexual de
mujeres y niñas de toda América Latina
Es
importante la actuación de la academia, organizaciones civiles e instituciones
públicas para avanzar en la erradicación de estos delitos
México
ocupa el tercer lugar en Latinoamérica, en el tráfico, explotación sexual y
trata de personas, particularmente de mujeres, niñas y niños. El destino
principal son los Estados Unidos.
Así
lo señaló la maestra Alicia Mesa Bribiesca, directora Ejecutiva del Centro de
Estudios Sociales y Culturales Antonio de Montesinos, organización no
gubernamental que estudia el fenómeno de trata en la Ciudad de México, durante
la Conferencia El problema de la trata de las personas en México, realizada en la
Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Tras
señalar que la trata sucede en zonas urbanas y rurales del territorio nacional,
la especialista dijo que el barrio de La Merced, en la Ciudad de México, es el
lugar donde existe una mayor explotación sexual de mujeres y niñas de toda
América Latina. Ahí se encuentran coludidos los policías y muchas instituciones
gubernamentales que son cómplices por omisión.
La
causa principal de la trata es estructural y se debe a un sistema político,
económico y social que produce mayor desigualdad y exclusión de los derechos
económicos, sociales y culturales, puntualizó.
A
esto se suma, dijo, un sistema patriarcal y adultocráctico que toma decisiones
y observa como cosas y mercancías a las mujeres, niñas y niños; además, las
promueve en el mercado para su explotación sexual o laboral.
Veracruz,
Tlaxcala y Chiapas son algunos de los estados donde las redes de tratantes de
mujeres, adolescentes y niñas, actúan para el enganche y posterior
reclutamiento.
Aunado
a esto, precisó Mesa Bribiesca, en México no existe una política adecuada de
detección, prevención, atención, sanción y reparación de los derechos humanos
de infantes que son utilizados para el turismo sexual. Las sentencias se
dirigen más a los padrotes (o proxenetas) que a la industria del comercio
sexual donde se incluyen hoteles, bares y acompañantes, entre otros.
La
prevención de la trata, si bien se ha tomado como la difusión del delito,
también debe ser estructural, pero no existe una política de prevención
profunda que permita el acceso a los derechos económicos, sociales y
culturales; se debe tener un marco normativo adecuado y homologado con los
tratados internacionales donde se persiga y sancione el delito incluyendo la
reparación.
“Mientras
se siga lanzando a situaciones de sobrevivencia a las comunidades indígenas,
rurales y urbanas, la trata seguirá siendo un caldo de cultivo para que los
enganchadores de mujeres y niñas actúen de una manera más fácil”.
Cada
vez se normaliza más –en las mentes y en la cultura de todos– la explotación de
la prostitución. El Estado deberá establecer políticas de detección,
prevención, atención integral y sanción, porque hay casos de hombres que han
tenido a mujeres amenazadas, secuestradas y explotadas sexualmente durante 20 y
30 años y la sentencia puede ser de 5 a 15 años, sin incluir la reparación del
daño.
“Por
ello es importante la actuación de la academia, organizaciones civiles e
instituciones públicas para avanzar en la erradicación de estos delitos”,
concluyó.
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