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miércoles, 22 de junio de 2016

Sinceramente, ¿tiene arreglo el Brasil actual?


Leonardo Boff

Quien observa la escena político-social-económica se pregunta: ¿Tiene arreglo Brasil? 
Una banda de ladrones, travestidos de senadores-jueces intenta, contra todos los argumentos en contra, condenar a una mujer inocente, la presidenta Dilma Rousseff, a la cual no se acusa de ninguna apropiación de bienes públicos ni de corrupción personal.
Con las recientes delaciones premiadas, ha quedado claro que el problema no es la presidenta, es el Lava Jato que, además de las acusaciones selectivas contra el PT, está llegando a la mayoría de los líderes de la oposición. 
Todos, de una u otra forma, se beneficiaron de las propinas de Petrobrás para garantizar su victoria electoral. "Tenemos que detener esta sangría", dijo uno de los conocidos corruptos, "de lo contrario seremos todos afectados; hay que sacar a Dilma".
Nadie arriesga sus bienes para financiar su campaña. 
No lo necesita: existe la mina de la caja 2 alimentada por las empresas corruptoras que crean corruptos a cambio de ventajas posteriores en términos de grandes proyectos, generalmente sobrefacturados, donde adquieren gran parte de sus fortunas.
Hemos llegado a un punto ridículo a los ojos del mundo: dos presidentes, uno usurpador, débil y sin ningún liderazgo, y otro legítimo pero retirado y hecho prisionero en su palacio; dos ministros de planificación, uno retirado y otro sustituto; un gobierno monstruoso, antipopular y reaccionario.
Estamos efectivamente en un vuelo ciego. 
Nadie sabe hacia dónde va esta nación, la séptima economía mundial, con yacimientos de petróleo y gas de los mayores del mundo y con una riqueza ecológica sin paragón, base de la economía futura. 
  • Tal como se delinea la correlación de fuerzas, no vamos a ninguna parte sino a un eventual conflicto social.
  • El pobre, la mayoría de la población, se ha acostumbrado a sufrir y a encontrar salidas como puede.
  • Pero llega a un punto en el que el sufrimiento se vuelve insoportable. 
  • Nadie aguanta, indiferente, viendo a un hijo morir de hambre y de absoluta falta de asistencia médica. 
  • Y dice: así no puede ser; tenemos que rebelarnos.

Esto me hace recordar a un obispo franciscano del siglo XIII en Escocia que, rechazando los altos impuestos cobrados por el Papa, respondió: non accepto, recuso et rebello ("no acepto, me niego y me rebelo"). Y el Papa retrocedió. ¿No podría ocurrir algo semejante entre nosotros?

Leonardo Boff 

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