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lunes, 15 de septiembre de 2014

El primer ministro británico advierte que la independencia será "un divorcio doloroso"

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El primer ministro británico David Cameron ha
resaltado que "no habrá marcha atrás" en su última
visita a Escocia antes del trascendental referéndum
de la independencia.
Con el resultado aún incierto a tres días de la
consulta, el líder conservador dirigió a los indecisos
un mensaje de reafirmación de los valores del Reino
Unido y advirtió a los inclinados por el "sí" que los
nacionalistas "os están vendiendo un sueño".
"No es una prueba de separación, es un divorcio
doloroso", dijo en un foro de los Amigos de la
Unión, en Aberdeen.
En su intervención en la capital del petróleo del Mar del Norte, Cameron no pudo dejar más claro que una victoria del bando nacionalista, cuando el recuento de papeletas concluya en la madrugada del viernes, dará paso a una muy contestada negociación, que puede malograr el objetivo del ministro principal de Edimburgo, Alex Salmond, de concluir en 18 meses el proceso de transición a la independencia.
El primer ministro combinó el sentimentalismo con notas de alarma en su esfuerzo retórico por ganar votos para la causa unionista, que secundan los principales partidos de Westminster.
Un voto en contra implica, según dijo, "un fin del país que me rompería el corazón".
"No habrá más Reino Unido, no habrá pasaportes británicos", recalcó.
Las encuestas dan un ligero avance al "no" en los últimos días. Pero la diferencia ronda entre dos y cuatro puntos, dejando el balance en el aire hasta que concluya el recuento de papeletas en la madrugada del
viernes.
"Se romperá una familia de naciones", advirtió Cameron.
La ruptura de Reino Unido, si Escocia se decanta por la separación, dejará a la nación "sin moneda, con las fuerzas armadas divididas, con fronteras internacionales, sin ayuda en embajadas y consulados, con la mitad de las hipotecas en bancos extranjeros, sin el fondo común de los recursos públicos".
Cameron finalmente se hizo eco de la impopularidad de los conservadores al norte de la frontera inglesa -el partido solo tiene un diputado en Westminster- al señalar en Aberdeen: "si no me queréis, yo no duraré para siempre. Pero para cambiar el país, no hay que
desgarrar el Reino Unido".

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