| Cuando digo pequeño, es que era pequeño. No pasaba de los  seis años probablemente, y ya sabía que aquello significaba movimiento y  acción, manos a la obra, sin demorar.  Como si una fuerza arrolladora se  hubiera puesto en marcha.  Por lo que quedarse parado y estancado  suponía un peligro. Sólo años después supe qué significaba realmente aquella expresión.  Y perdió gracia. ¡Claro que es gerundio!  Pero gerundio no me decía nada.  Estaba junto al infinitivo y al  participio, y se distinguen en su forma estupendamente bien.  Nunca tuve  problemas, ni los confundí. Ni siquiera cuando se les llamaba perfectos.  Aquel juego en clase de lengua, que parecía entretener a la profesora,  no tenía ningún misterio. Al menos entonces. A día de hoy prefiero, con conocimiento ya, el gerundio para muchas más cosas. Ahora  comprendo que se puede generalizar, y se debe generalizar, en diversas  ocasiones. ¿Cómo se sale de la crisis? Saliendo. ¿Cómo se juega al  fútbol? Jugando. ¿Cómo se aprueban los exámenes? Estudiando. ¿Cómo se  crea un blog? Escribiendo. ¿Cómo conoceré el amor? Amando. Y así  sucesivamente. Tantas veces como quieras, y para todas las preguntas parece existir una respuesta en gerundio.  El infinitivo es demasiado  arisco y contundente, incapaz de dialogar. Se esconde incluso en las  perífrasis obligando y mandando.  El participio adjetiva, da por hechas  (para muestra un botón) las cosas antes de haber terminado, y tiene algo  de olgazán porque nunca lleva la batuta.  Sin embargo el gerundio  imprime carácter, moldea situaciones, es aventurero. Tiene un punto  importante de servicio, capaz de invertir las situaciones. Me gustan los  gerundios.  Los presentes se quedan sosos, aunque sean primos hermanos.  El caso es que con gerundio se construyen además frases de perogrullo  que portan grandes verdades.  No se pueden decir de mejor modo, así que  se repiten.  Vienen a confirmar dónde está la clave, pero llaman a la  acción y les dan vida.  Por otro lado, para explicar un buen gerundio  reclamas la atención de otras muchas palabras grandes.  No puede ser de  otra manera.  El gerundio es difícil de explicar, a palo seco, cuando no hay vitalidad,  ingenio, transformación, crecimiento.  Y no se puede confundir con la  pasividad, la mera recepción, la buena disposición a acoger y soportar;  implica al sujeto.  No hay acción fuera del sujeto cuando utilizamos un  buen gerundio contundente. Hoy he encontrado este solemne párrafo, que comparto con vosotros, para que comprobéis con un ejemplo que no se pueden decir de mejor modo las cosas que a través de los gerundios: "La fe sólo crece y se fortalece creyendo; no hay  otra posibilidad para poseer la certeza sobre la propia vida que  abandonarse, en un in crescendo continuo, en las manos de un amor que se  experimenta siempre como más grande porque tiene su origen en Dios." (Porta Fidei, 7) Autor: José Fernando Juan | Fuente: mambre.wordpress.com  | 
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martes, 4 de septiembre de 2012
Aplicando el gerundio
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Esteban, me ha encantado este artículo sobre el Gerundio. Siempre he tenido dudas sobre el uso de esta figura, pero ahora que he leído me aclaras mucho al respecto y no tendré más recato en utilizar el Gerundio más seguido.. Ojalá y luego puedas publicar algo sobre el Participio. También es una figura polémica. Oye, a propósito, a ver si ya te dejas ver. Sal de la cueva que afuera hace un aire exquisito. te buso y gracias de nuevo.
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